Los anabolizantes facilitan el rendimiento deportivo, por eso han sido prohibidos por el Comité Olímpico Internacional. Tal vez para algunas personas no tenga mucho sentido entrenar todos los días si hay una sustancia que puede hacer el trabajo por ellos, pero los efectos secundarios desde luego no los hacen nada recomendables y justifican su control.
Los anabolizantes pueden tomarse en pastillas, en polvo o inyectarse y mejoran la habilidad del cuerpo para entrenar más fuerte. Se desarrolla tolerancia frente a la fatiga, se incrementa la fuerza de los músculos a un ritmo increíble y también mejora la eficiencia del cuerpo para reparar los músculos dañados.
Pero ¿cuales son los efectos secundarios? Muchos e importantes. Los anabolizantes ayudan a los tejidos a crecer estimulando la producción de testosterona, la hormona masculina… aquí es donde el cuerpo empieza a hacer cosas raras. Después de tomar anabolizantes durante un tiempo (algunas personas mezclan varios tipos), el equilibrio natural el equilibrio natural del organismo se pierde y puede darse un exceso o una carencia de testosterona. Con un exceso pueden dañarse órganos importantes como el hígado o el corazón, sin olvidar que otro efecto secundario muy común es la subida de tensión.
Ambos sexos pueden sufrir las consecuencias. En los hombres puede darse esterilidad, calvicie e, incluso, pueden desarrollar pechos. Los problemas más comunes en el caso de las mujeres son el vello facial, cambio de voz hacia un tono más grave y alteraciones del ciclo menstrual.
Está claro que más vale darle duro al gimnasio que apostar por los anabolizantes y correr el riesgo.