Cuando llegan las fechas navideñas es raro no ver un árbol de navidad adornando un rincón de nuestros hogares, sobre todo en aquellos donde hay niños pequeños. Pero esta vieja costumbre tiene unos orígenes y una simbología que os explicaremos en este artículo.
El origen de esta tradición se sitúa en los antiguos pueblos del norte de Europa, dónde los nativos adornaban un árbol como tributo a sus dioses. Para ellos, el árbol de navidad representaba al Universo, donde creían que estaban todos sus dioses en un lugar llamado el Valhalla con el poderoso dios Odín al frente. Con la llegada de los cristianos a estas tierras, no tardaron en adoptar esta tradición de los pobladores nativos.
Según cuenta la leyenda, los cristianos adoptaron esta tradición porque el acto de arrancar un árbol y plantarlo de nuevo significaba arrancar aquellas viejas tradiciones paganas y dar vida a las nuevas creencias que representaban a Jesucristo. Los árboles empleados eran abetos, que son de hoja perenne y le daba un significado de eternidad.
A pesar de que un inicio la iglesia no se mostró receptiva a esta nueva costumbre, el paso de los años y el éxito que tenía los hogares terminó con el conocimiento de árbol de navidad como el “Árbol de Cristo” en el siglo XIX. A este árbol también se le añadiría el belén o nacimiento donde se representa el nacimiento del niño Jesús.
Ahora ya sabes todo lo que representa el árbol de Navidad, aunque personalmente creo que lo más importante de este árbol no es su origen o si nos acerca a una u otra creencia religiosa, sino a la ilusión que despierta en los más pequeños de casa.